PERSPECTIVAS ECONÓMICAS 2024. Dr. Dilio Hernández
2024 se presenta como un periodo de grandes expectativas e interrogantes en los escenarios económicos y políticos del país, en el marco de un proceso electoral nacional determinante para la gobernanza y gobernabilidad del modelo democrático y su futuro, con impacto directo en el desarrollo de los demás escenarios, bajo un complejo y dinámico panorama condicionado por factores internos y externos que deberán articularse para garantizar la estabilidad y sobrevivencia del sistema político, en lo que podríamos calificar como una de las pocas ventanas abiertas de la debilitada democracia venezolana. En el escenario económico, la mayor parte de los principales indicadores macroeconómicos y financieros gravitarán sobre el futuro de variables como la eliminación definitiva de las sanciones internacionales, la reactivación de la industria petrolera y gasífera, el diseño de una política económica expansionista y de estabilización macroeconómica coherente y sistémica para superar la recesión estructural, la inflación y la devaluación persistente que ha caracterizado la economía en los últimos años.
El petróleo continuará siendo la principal carta del crecimiento
económico del país y su evolución será determinante en la reactivación de los demás sectores y responsable de la principal fuente del financiamiento público, representando más del 60 % del presupuesto nacional del 2024 y entre 75 y 80 % del ingreso de exportaciones. Este rol protagónico del petróleo en la economía nos seguirá haciendo vulnerables a los cambios que se producen en el mercado internacional de esta commodity, sensibles tanto a los factores propios del mercado petrolero como a los conflictos políticos y económicos del complejo relacional internacional, Ucraniano-Ruso, Israel-Palestina, estancamiento económico chino, las tensiones comerciales China-USA, entre otros.
El año 2024 puede significar un punto de inflexión real en la evolución negativa de la economía venezolana de los últimos 10 años, que la colocaron en el ranking del segundo país con la economía más miserable del mundo, elaborado por el Economista Arthur Okien, superado solo por Zimbawe. El 2024 podría calificarse como “La economía de la esperanza” anclada en la flexibilización de la política de sanciones internacionales, ampliación de la actividad petrolera internacional, Chevron, Repsol, ENI, entre otras y las negociaciones políticas para la realización de las elecciones nacionales amplias y democráticas al final del año.
En el preámbulo al escenario económico del 2024 es importante señalar como cerró la economía en el 2023, el comportamiento de los principales indicadores retrospectivos y prospectivos mostraron pocas variaciones de los pronósticos realizados por CIAP al comienzo del año y revisados en el segundo semestre: el PIB cerrará por debajo del 2 % (pronóstico de inicio del año 5 y 7 %, reformulado entre 3 y 5 %), la Inflación acumulada cerrará entre 190 y 200 % (pronóstico entre 200 y 250 %), Interanual 290 y 300 %(pronóstico 450 y 500 %), tasa de cambio, cerrará en alrededor de 40 bs (Pronóstico 50 bs), el desempleo cerrará alrededor del 40 % (pronóstico 50 %), la informalidad entre 70 y 75 % (pronóstico 75 %), Salarios públicos bonificados entre 50 y 60 $ mes (pronóstico 50 $ mensuales), Salario Privado 190 y 200 $ mensuales (pronóstico 200 $ mes), Oferta Monetaria alrededor del 70. 000 millones de bs (pronóstico (50000 Millones), Déficit Fiscal 13 y 14 % del PIB (pronóstico sobre el 10 %), Producción petrolera 750 mil b/d (pronóstico 900 mil b/d), Exportaciones entre 16000 millones $ y 18000 millones de $ (pronóstico 16500 millones) Importaciones entre 18000 y 19000 millones $ (pronóstico 17500 millones $), Precio del Petróleo, Merey Venezolano con descuento 40 y 45 $ barril (pronóstico 50 $ barril), Remesas, 4000 millones $ (pronóstico 3500 a 4000 millones $), Reservas Internacionales, 9000 millones $ (incluidos DEG, Oro, Divisas) (pronóstico 7000 millones $).
Perspectivas del 2024.
Como dijimos al comienzo de los pronósticos, será un año que podríamos enmarcar en la llamada “Economía de la Esperanza” con un crecimiento para que todos tengan un mínimo para vivir dignamente, por supuesto, con las especificidades particulares del caso venezolano. Por primera vez en los últimos 10 años existe una real oportunidad para encontrar un punto de inflexión que rompa el comportamiento negativo de los principales indicadores macroeconómicos y financieros que produjeron la crisis económica más grave del periodo democrático, de no producirse alteraciones inesperadas de las expectativas generadas por los cambios en contexto nacional e internacional. De mantenerse las expectativas en el comportamiento de estas variables, incluido el componente político, es muy probable que tengamos un año con un crecimiento moderado pero estable en los indicadores retrospectivos y prospectivos supeditados a la restitución de la credibilidad internacional del país como actor político y económico, la recuperación moderada de la industria petrolera y gasífera con la participación de empresas internacionales como Chevron, Repsol, ENI, el diseño y ejecución de una la política macroeconómica más realista centrada en la reactivación del aparato productivo, el control de la inflación, la estabilización de la política monetaria y cambiaria, control del gasto público improductivo y acceso al financiamiento internacional.
La evolución de los principales indicadores retrospectivos mostrarán una tendencia a mejorar, el PIB pudiera alcanzar un crecimiento entre 7 y 10 %, apuntalado por la recuperación de la producción de la industria petrolera, estimada entre 10 y 15 % para elevar su producción entre 900 y 1 millón de b/d y exportaciones entre 700 y 750 mil b/d, el sector no petrolero crecerá entre 5 y 7 %, estimulado por una muy probable recuperación de la demanda interna como consecuencia de la reactivación petrolera, el incremento del gasto público en un año electoral que eleva el presupuesto con los créditos adicionales del 2024 a más del 80 % con relación al año 2023 y la probable flexibilización de la política monetaria y fiscal para impulsar sectores debilitados como la agroindustria y el comercio no importador.
La inflación seguirá sobre tres dígitos, determinada por factores como la política monetaria de emisión de dinero inorgánico por el BCV para financiar el gasto público, la reducción del gasto público improductivo, restricción del crédito bancario, la política laboral centrada en los bajos salarios públicos, la política cambiaria de dolarización de facto, entre otros. Si no se producen virajes drásticos, la inflación acumulada al final del año estará en torno a 120 y 150 % y la interanual entre 200 y 250 %.
Empleo, desempleo e informalidad.
Las expectativas de crecimiento moderado producirán un impacto
positivo en el incremento del empleo, especialmente en los sectores secundario y terciario, que reducirá la tasa de desocupación formal a 30 y 40 % de la PEA, la informalidad se ubicará entre 70 y 75 % de la PEA. El salario Público con bonificaciones podrá ubicarse entre 75 y 100 $ y en el sector privado entre 200 y 250 $, manteniéndose la brecha entre 150 y 250 % entre ambos salarios.
Déficit Fiscal, Oferta Monetaria y demanda Interna:
El déficit fiscal mantendrá su saldo negativo de los últimos años, presionado por el incremento del gasto público, las demandas de alzas salariales de los trabajadores públicos y las crecientes necesidades de gasto social de una población sin protección social y una baja calidad de los servicios públicos, escenario en un contexto electoral que obliga al gobierno a dar respuestas para responder al clientelismo populista que lo sostiene. Esta política se refleja en el presupuesto público 2024 incrementados con los créditos adicionales en más de 85 % con relación al año anterior, el déficit fiscal pudiera alcanzar el 15 %.
La oferta monetaria mantendrá su tendencia de los últimos, duplicando como mínimo su monto en relación con el 2023, que cerrara en alrededor de los, 70000 millones de bolívares, proyectando una expansión para el 2024 cercana a los, 150000 millones de bs, constituyendo un componente perturbador de la política de control de la inflación y la devaluación.
La recaudación fiscal pudiera crecer entre 15 y 20 % en relación con el 2023, cuando superó los 5000 millones de dólares, de los cuales el IVA, el IGTF y los impuestos aduaneros continuarán aportando la mayor proporción.
La demanda interna cerró el 2023 con una importante caída, especialmente del consumo privado, que osciló entre 30 y 40 %, a lo que se sumó un debilitamiento del gasto público que creció por debajo del 3 % y un decrecimiento de la Formación Bruta de Capital (FBKF)
por la limitada inversión privada nacional e internacional. Se espera que el nuevo escenario económico impulse su recuperación en el 2024 en niveles moderados, el consumo privado recortará la brecha negativa para ubicarla entre 10 y 20 %, mientras el gasto público pudiera crecer entre el 5 % y 10 % apalancado en el contexto electoral y la FBKF podría alcanzar incrementos entre el 5 y 10 % si la apertura petrolera mantiene su nivel de reactivación al igual que el sector no petrolero.
En relación con el crédito bancario, se espera que se produzca un incremento para ubicarse entre el 40 y 50 % de los depósitos totales de la banca (entre 4000 y 5000 millones de dólares) alrededor del 2 % del PIB, monto muy por debajo del promedio de la región.
Las tasas de interés reales seguirán registrando números altos por sobre el 50 %, pero negativos frente a una inflación de 3 dígitos que prevalecerá en el 2024.
El sector externo.
La balanza de pagos se verá fortalecida por la reactivación de la industria petrolera y el incremento de las exportaciones que podrían aportar ingresos entre 15000 y 16000 millones de $ ( 40 % más que en el 2023) a precios de la cesta venezolana alrededor de los 50 $,con menores descuentos, a lo que se agregarán unos 4000 a 5000 millones de las exportaciones no petroleras, para totalizar entre 19000 y 21000 millones , las importaciones podrán alcanzar entre 19000 y 20000 millones de dólares, arrojando un saldo positivo de la cuenta comercial. Las remesas aportarán unos 4000 millones de dólares
adicionales mejorando el saldo de la cuenta de transferencia mientras se mantendrá en rojo la cuenta de servicios afectada por el alto costo de la deuda externa que supera los 170 mil millones de dólares. Las reservas internacionales mejorarán para ubicarse en alrededor de 10000 millones de $, incluido los Derechos Especiales de Giro del FMI (45 a 50 %), las reservas de oro (40 %) y el efectivo en divisas (10 %).
El mercado cambiario mantendrá la política intervencionista del BCV para contener la devaluación del bolívar frente al dólar, que significó más de 5000 millones de $ en las cerca de 100 intervenciones realizadas en el 2023, la proyección del valor del dólar para el año 2024 podría oscilar entre 70 y 80 bs si se mantiene la política de intervenciones.
En relación a los indicadores prospectivos, al igual que en el 2023 estará determinado por el mejoramiento de la imagen internacional del país como actor económico y político confiable, el mercado bursátil mantendrá un moderado crecimiento en la medida que mejoran los principales indicadores macroeconómicos y financieros, el fortalecimiento de la política de participación del sector público y la recuperación de la confianza del sector privado para ver este mercado como alternativa de financiamiento ante la debilidad del crédito bancario y las limitaciones del financiamiento internacional, 2024 puede significar un avance importante en la bursatilización de los sectores productivos si la política bursátil se flexibiliza permitiendo una mayor participación en el mercado secundario y la custodia de bonos públicos. De mantenerse la tendencia del 2023 este mercado pudiera superar los 2000 millones de dólares negociados.
El sector inmobiliario igualmente se verá beneficiado con el nuevo escenario económico abriendo espacio a la inversión de capitales nacionales retornados, tanto en el mercado primario como en el secundario, por los precios altamente competitivos existentes en el sector comparados con otros mercados internacionales, la Cámara inmobiliaria estima que más de 250000 viviendas del mercado secundario pudieran entrar en el 2024 si se producen modificaciones de la ley de arrendamiento y se desregula los cánones de alquileres, si no hay cambios significativos en las expectativas económicas pudiéramos estar al inicio de un a partir del segundo trimestre del año.
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