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ECONOMÍA DEL CUIDADO

Constructo usado principalmente por la Economía Feminista que coloca el cuidado en el centro de la agenda económica, entendido como el espacio de actividades, bienes, servicios, relaciones y valores necesarios para la existencia y la reproducción cotidiana de las personas en la sociedad.

El cuidado refiere a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un habitat propicio, abarca el cuidado material que implica un trabajo, el cuidado económico que implica un costo y el cuidado psicológico que implica un vínculo afectivo (Batthyany K, 2004).

El debate sobre el trabajo de la mujer (relación producción-reproducción) que desarrolló la Economía Feminista en la década del setenta, mas allá de visibilizar las dimensiones del género en la dinámica económica y sus implicaciones para la vida de la mujer, enfatizó la necesidad de incorporar esta variable como elemento relevante de la economía para lograr la equidad socio-económica y las diferentes posiciones que cumplen los hombres y las mujeres como agentes económicos y sujetos de la política económica. El debate abrió espacio a la Economía del Cuidado como un aspecto fundamental y necesario para el mantenimiento de la vida humana (Folbre N,1995; Picchio A, 2001).

El enfoque de la Economía del Cuidado desnudó el constructo del Homo Economicus que dominó el pensamiento económico clásico y neoclásico como actor independiente y racional, puso énfasis en que antes somos seres sociales humanamente interdependientes y que requerimos cuidados en alguna etapa de nuestra vida, la dependencia biológica es tanto universal como inevitable (Fineman, M, 2004)

Una primera aproximación acerca de la Economía del Cuidado, concepto restringido, desarrollada por la Economía Feminista está vinculada al trabajo doméstico no remunerado, que excluye por definición los bienes y servicios de cuidados provistos por el sector público, el privado y las ONGs.

La Economía Feminista identifica a través de la Economía del Cuidado dos elementos en el debate del trabajo doméstico, el primero, visibilizar el rol sistémico del trabajo del cuidado en la dinámica económica de la sociedad capitalista y en segundo lugar, la incidencia que tiene la organización del cuidado en la vida económica de la mujer. De acuerdo con la corriente feminista el trabajo del cuidado entendido como una función esencial en la economía capitalista; la reproducción de la fuerza de trabajo sin la cual el sistema no podría existir y que históricamente ha sido invisibilizado por la condición androcéntrica del sistema.

La Economía Feminista redefine esta función en dos aspectos, el primero, desestimando la elección de las personas en la actividad económica como un ejercicio de preferencias y racionalidad, por el contrario, consideran determinante las relaciones de género a la hora de explicar la concentración de las mujeres en las actividades de cuidado y en consecuencia su baja participación en el mercado laboral. En este sentido la división sexual del trabajo como forma generalizada de distribuir los tiempos y tipos de trabajo entre hombres y mujeres juega un papel fundamental. En segundo lugar, la economía feminista contribuye a dar mayor visibilidad del trabajo del cuidado en el funcionamiento de la economía.

En un sentido amplio el concepto se refiere al conjunto de actividades y prácticas necesarias para la supervivencia cotidiana de las personas, incluye el autocuidado, el cuidado a otras personas, la previsión de las precondiciones en que se realiza el cuidado y la gestión del cuidado (Rodríguez E.C 2015). De acuerdo a esta autora la relación del cuidado con la economía implica determinar los elementos del cuidado que producen o contribuyen a producir valor económico o bienes de mercado

El concepto ampliado contempla no solo el Trabajo Doméstico No Remunerado sino también la provisión pública y privada de bienes y servicios del cuidado, incluye el trabajo doméstico remunerado, servicios de cuidado de niños, adultos mayores, personas discapacitadas y enfermas, servicios de educación, salud, incluido los servicios de entretenimiento.

La provisión de servicios extra-hogar del cuidado se entienden como una extensión de las responsabilidades asumidas al interior del hogar y en este sentido se mantienen dos características de este: son realizadas mayoritariamente por mujeres con niveles de remuneración bajos y tienen poca protección social.

Un aspecto relevante en el trabajo del cuidado en el sistema económico lo constituye la forma como se organiza socialmente la reproducción de las personas y dentro de ella la organización social del cuidado o la forma en que se interrelacionan Familia – Estado – Mercado - Comunidad para producir y distribuir el trabajo en la sociedad ( diamante del cuidado), proceso que no es aleatorio sino un continuo de actividades y responsabilidades entre los actores que participan y que da lugar a las redes de cuidado para hablar de los encadenamientos que se producen entre ellos. Estas redes las conforman cuidadores, cuidados, instituciones y marco jurídicos – normativos, regulaciones, mercado y comunidad. La evidencia histórica muestra que es asumida mayoritariamente por los hogares y dentro de ellos por la mujer remunerada o no remunerada.

En la actualidad se han producido cambios importantes en la significación de la Economía del Cuidado en el desarrollo económico y del bienestar de la población y el impacto que en ella tienen las políticas públicas en general y la economía en particular. Estos cambios se han producido en primer lugar por la mayor participación de la mujer en el mercado laboral que no se ha correspondido con una mayor oferta de servicios de cuidados para hacer compatible este proceso, en segundo lugar el retroceso en la oferta de servicios públicos producido por la crisis del Estado de Bienestar que ha implicado el retorno al trabajo doméstico de la mujer asalariada y el deterioro de los servicios de cuidado público y en tercer lugar la mayor mercantilización de los servicios de cuidado como el trabajo doméstico remunerado con sus características de informalidad y precariedad laboral, la mayor oferta de servicios privados en educación, salud y el cuidado de enfermos y adultos mayores.

En el campo económico, uno de los aspectos más relevantes en estos cambios es el impacto de la política económica.

Existe una centralidad entre trabajo doméstico y Economía del Cuidado y entre esta y la política económica para el funcionamiento del sistema capitalista. Una política económica que promueva bajos salarios implica que más miembros del núcleo familiar, incluida la mujer, deban incorporarse al mercado laboral para equilibrar los ingresos y los gastos afectando la oferta de servicios de cuidados en el hogar. Una política de altos salarios tendrá un efecto inverso. En relación al gasto público, las políticas de cuidado son consideradas públicas en cuanto significan asignación de recursos para reconocer, reducir y redistribuir la prestación a los cuidadores no remunerados en forma de dinero, servicios y tiempo (incluye prestación directa de servicios de cuidados infantiles o adultos mayores), transferencias y prestaciones de protección social relacionadas con el cuidado destinadas a los trabajadores con responsabilidad familiar o de cuidado, también incluye infraestructura para el cuidado que reducen el trabajo doméstico no remunerado o a las personas que requieren servicios de cuidado (agua, transporte, gas, etc ). El gasto público en política de cuidado se estima entre 1 y 10 % a nivel mundial.


La importancia económica de la Economía del Cuidado la podemos ver en las estadísticas que muestran la cantidad de personas que actualmente requieren servicios de cuidados. De acuerdo a las estimaciones de la OIT la cifra podría alcanzar hoy (2020) los 2166 millones de personas y para el año 2030 puede llegar a los 2300 millones. Para atender esta demanda de servicios se estima que existen unos 381 millones de trabajadores de cuidados

(249 millones son mujeres y 132 son hombres) que representa el 11.5 % del empleo mundial total y el 19,3 % del empleo femenino. De estas cifras 123 millones están en el sector educativo, 92 millones están en el sector salud, 82 millones son trabajadores domésticos remunerados. Para el 2030 la cifra de trabajadores del sector podría alcanzar entre 475 y 500 millones de personas con una inversión entre 18,4 y 20 billones de dólares.

En relación a las personas dedicadas a trabajos de cuidado no remunerado las cifras no son menos impresionantes, especialmente de mujeres que representan el 76,2 % de este trabajo. Existen hoy unas 606 millones de mujeres que no pueden incorporarse al mercado laboral formal por estar inmersas en el trabajo doméstico, dedicando más de 16400 millones de horas diarias de trabajo ( 81 % trabajo doméstico, 13 % cuidados personales y el resto otros actividades), que si se valoran al salario promedio del trabajador formal representaría entre el 9 y 10 % del PIB mundial.


Como podemos ver la Economía del Cuidado constituye sin lugar a duda una de las disciplinas de mayor relevancia en el mundo actual, no solo por las magnitudes de sus valores económicos sino por la significación en el enfoque de una economía más humana y menos ligada a los preceptos del mercado que dominan el sistema económico mundial.

Bibliografía:

Batthyany K (2004) “Genero y Cuidados Familiares, el Cuidado de los Adultos Mayores” FCS,UDELAR.

Fineman,M (2004) “ The autonomy Myth, A Theory of Dependency “ The New Press. N.Y.

Folbre, N (1995) “Holding Hands at Midnight”. The Person of Caring Labor” Feminist Economics1.

OIT (2018) “El Trabajo de Cuidado y los Trabajadores del Cuidado para un Futuro con Trabajo Decente”. Resumen Ejecutivo, Ginebra.

Rodríguez, E. C (2015) “Economía Feminista y Economía del Cuidado. Aportes Conceptuales para el Estudio de la Desigualdad”. Revista Nueva Sociedad. Número 256.

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